Los Grillo Escondeur

Francisco Grillo González se casó con María Escondeur Iralde el  19 de mayo de 1890  en Palmar de Porrúa, 11ª Sección Judicial del departamento de  Río Negro.

Como la mayoría de los matrimonios de la época tuvieron  muchos hijos.

Algunos de ellos murieron al nacer, otros siendo pequeños o jóvenes. No escaparon  de las epidemias que asolaron el país cuando aún no había vacunas y así fue como libraron largas batallas con los pocos medios  que existían en aquel tiempo.

La vieja india que acuclillada, en silencio, preparaba pociones con yuyos que ella misma  recogía y seleccionaba  usando recetas que  aprendió de sus ancestros, ayudó muchas veces a sortear las dolencias de la familia llegando a realizar la cura milagrosa de un hijo adolescente desahuciado por los médicos de Montevideo.

El  hijo mayor  nació en Durazno y fue bautizado como Victorino Olegario pero siempre lo llamaron  Tomás como su abuelo materno. Siendo el primogénito su opinión fue de mucho peso en la familia y tuvo gran ascendiente entre  sus hermanos

Era sumamente generoso   llegando casi a la prodigalidad.

Estando en Montevideo actuó en política,  era “carnelista”   y gustaba llevar a su hermana Irma,  cuando ésta era  una jovencita, a las reuniones  que celebraban sus correligionarios. Esta actitud era bastante vanguardista en una época en que las mujeres  ni tenían derechos cívicos ni acostumbraban  a participar en las lides políticas.

Tomás terminó como Juez de Paz en Lavalleja.

Fue él el escogido como padrino de Homero.

El segundo hijo, Francisco Primo, nació  en Palmar de Porrúa; lo llamaban Pitín y murió siendo muy joven. La cualidad que más destacaban sus hermanos era su bondad y pese a su temprana muerte, Pitín estuvo siempre en la vida de la familia con sus dichos, sus actitudes y el gran dolor que dejó su partida.

El tercer hijo fue Pedro Mario, Pedro para todos, el nombre del abuelo paterno. Desde muy chico le gustó relacionarse con el personal del comercio, la gente de la balsa, los troperos, los peones.  De ellos aprendió usos y costumbres y coleccionó  el relato de muchas de las aventuras que oía contar. Siendo muy pequeño le enseñaron a fumar a escondidas. Una vez que los mayores lo descubrieron recibió tal reprimenda que le comentó a sus hermanos con cara muy preocupada de quien adopta una resolución difícil pero  inquebrantable: «voy a tener que dejar este maldito vicio”.

Los abuelos maternos y los padres de Homero Grillo junto a sus hijos mayores

El cuarto hermano fue Jesús Horacio. Se le puso Horacio en  recuerdo del tío paterno. Muy breve fue la vida de Jesús  Horacio, murió antes de cumplir los dos años.

Julia Adelina fue la quinta hija.  El Julia quedó en el olvido y  siempre fue Adelina, nombre de su abuela paterna. Fue esta hermana mayor la madrina  de Homero Grillo. En su juventud soñaba con ser monja pero terminó casándose y teniendo una hermosa familia. Estudió magisterio y  siendo  directora de un colegio religioso que aún existe en Camino Maldonado, llevó a  su madre y a los hermanos menores a vivir con ella.

Cuando los Grillo Escondeur se radicaron  en Las Flores nació  Isabel María Delia. Era melliza con otro niña que murió en el parto.  Éste fue muy difícil, las criaturas no nacían y la madre estaba al borde de su resistencia física. Se optó entonces por hacer uso del “manteo”, último recurso  al que  podían recurrir en medio del campo.
Finalmente nacieron dos niñas: una pequeñita  y frágil, la otra grande y robusta. Curiosamente sólo estaba viva la que aparentemente tenía menos fortaleza.

Esta querida hermana Delia fue  una persona inmensamente buena, trabajadora incansable, compañera de su madre y hermanos, siempre dispuesta a rodear, a amparar,  a dar su afecto.
Era una artista en el bordado a máquina  y fue  gracias a esa disposición que se ganó la vida durante mucho tiempo.
Alegre y decidida, enfrentó con integridad y coraje envidiables, durísimas pruebas que le tocaron vivir.

Berta Dominga fue  la  siguiente hija. Muy poca vida tuvo esta hermana. Teniendo pocos meses fue  presa de la difteria. Ante  la angustia de todos llegaron a la conclusión de que en medio del campo se carecía de recursos para enfrentar tan terrible mal.  Y sería la abuela, “Mamita,” quien viajaría con ella a Durazno. Y en brazos de la abuela impotente moriría  Berta.

Cuando nacía el siglo XX llega una nueva hija, Irma Nicolasa, la menor de las hermanas mujeres.
Irma fue muy compañera de Homero. Siendo un adolescente le gustaba salir con ella   y recordaba  que por aquella época usaba una gran capelina  que Irma lucía con gracia encantadora.
Fueron grandes  camaradas, confidentes y cómplices fraternos.

Blademiro Probo fue el siguiente hermano. El inolvidable Blade.
Emprendedor, noble, bromista, genioso.
El hermano que Homero cuidó con devoción y que vio irse con integridad en medio de grandes sufrimientos  ocasionados por un error médico que nunca pudo olvidar.

Nestor Agustín fue el hermanito que murió  de una intoxicación cuando Homero tenía sólo tres años. Era un niño dulce y  bellísimo.  Su muerte  fue  un rudo golpe para toda la familia.

Waldemar Perfecto fue el penúltimo hijo. Gran camarada de su hermano menor, compañero de juegos y travesuras, era alegre y bromista como Blade.
De chico su abuela consideró que era demasiado pícaro y, en reunión familiar,  se decidió que debía colocársele interno en el Colegio Pío por un tiempo.
Como todos los Grillo Escondeur, Waldemar fue un hombre de bien que con gran visión de futuro puso el primer ómnibus de línea entre Montevideo y San José, línea que luego daría origen a  la empresa Cita, de la que fuera accionista.
El viejo Volvo de los primeros viajes fue toda una institución para la familia.

En 1906, un nueve de marzo, nació Homero Francisco Grillo Escondeur, hijo y hermano menor de este numeroso clan.

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