G, maestra urbana en el medio rural

Nombre: G.

¿Cuántos años hace que eres maestra?

Hace ocho años que soy maestra.

¿Elegiste ser maestra por vocación?

Sí.

¿Estás trabajando en escuela rural por propia elección u obligada por las circunstancias?

Trabajo en una escuela de Montevideo. Trabajé tres años en una escuela rural obligada por las circunstancias.

¿Consideras que tu formación como docente fue la apropiada para trabajar en la escuela rural? ¿Por qué?

Considero que la formación que recibí no me preparó para ser maestra rural. Soy montevideana y el campo era para mí algo lejano y totalmente desconocido. Tomaba contacto con “lo rural” en semana de turismo en las jineteadas, o cuando se realizaban las exposiciones en la Rural del Prado.

El impacto que me significó vivir en el interior del país y trabajar en el medio rural es indescriptible. Me sentí desterrada. Me abrumaban la soledad, el silencio, los atardeceres, el trabajar con distintos niveles, la escasez de recursos, el desconocimiento del medio, los códigos tan diferentes. En pocas palabras todo me causaba inquietud y me hacía sentir insegura, sin medios para vencer los obstáculos que encontraba a cada paso. Quizá influía mucho en ese estado de espíritu el hecho de que recién me había recibido y tenía un montón de sueños locos y una falta total de experiencia.

¿Cuál es la formación específica que tendría que tener un maestro rural?

Creo exactamente eso, que tendría que tener una formación específica.
De acuerdo a mis vivencias en primer lugar se le tendría que armar emocionalmente para desenvolverse sin angustias y con solvencia en un medio que desconoce, para aprender de ese medio y enriquecerse en él como docente y como persona.
Desde el punto de vista técnico se le tendría que preparar para trabajar en el aula con distintos niveles y aportarle conocimientos sobre la realidad campesina, tan diferente a la urbana, para poder adecuar los aprendizajes al contexto en el que viven sus alumnos. Se le tendría que habilitar para comprender más profundamente al niño y al hombre del campo, su óptica, sus códigos, toda esa problemática tan compleja y en general desconocida para los maestros urbanos.

¿Qué significa para ti ser maestro rural?

Fui tres años maestra rural y fueron años de hondo sufrimiento y de duros cuestionamientos porque respeto mi profesión y sentía que no estaba desarrollando mi labor debidamente. Quise mucho a mis alumnos y era feliz con ellos pero eso no me alcanzaba. Traté de hacer lo mejor que pude pero sé que mi trabajo resultó totalmente insuficiente y por momentos inadecuado, fui una maestra urbana en un medio rural.
Para mí ser maestro significa una enorme responsabilidad y un serio compromiso. Ser maestro rural significa eso y algo más: desprendimiento personal, ansias de superarse aún en circunstancias adversas, mayor fervor y mayor entrega.

¿La experiencia hace que cambie en los maestros el concepto que tenían de su trabajo en el medio rural?

En lo personal nunca me planteé ser maestra campesina, como he dicho, fueron las circunstancias que me llevaron a serlo. Pero esas circunstancias hicieron que cambiara radicalmente el concepto que tenía de “ser maestro” y que analizara lo que entrañaba ser “maestro rural”.

Estoy convencida que todos los docentes tendrían que tener una pasantía en una escuela rural, con la debida formación y asesoramiento permanente.

El trabajo en el medio rural me enriqueció. Me hizo madurar, valoré mucho más a mis colegas del interior; conocí la inteligencia vivaz y escondida de los niños del campo; aprendí a estimar y respetar mucho más a la gente que realiza las tareas rurales. Entendí que “mi óptica montevideana” es parcial y algunas veces equivocada. Me hice más humilde.
Trabajar en la Escuela Rural significó un fuerte impacto en mi vida, creo que me hizo mejor persona.

¿Qué es lo más disfrutable para ti en el proceso de enseñanza-aprendizaje?

El contacto diario con los niños.

¿Cómo ha repercutido en el medio rural la incorporación de nuevas tecnologías en la informática y la comunicación?

No lo sé en el presente. Cuando trabajé en el medio rural, hace cinco años, en la zona en la que actuaba las nuevas tecnologías informáticas no habían llegado, al menos a las escuelas. La incorporación de algunos celulares fue toda una revolución. Pese a que a veces la señal se perdía y quedábamos incomunicados, el vínculo que significaron fue de enorme trascendencia.

 

 

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