134 años de la muerte de José Pedro Varela

 

 

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El día 24 de octubre se cumplen  134  años de la muerte de José Pedro Varela.

Somos de los que creemos que a los grandes hombres no se les debe recordar solamente en la fecha de su nacimiento o de su muerte. Debemos tenerlos presentes día a día  y las fechas señaladas sólo han de ser una excusa para una más honda reflexión sobre  sus ideas y sus obras y una ratificación de nuestro compromiso con su legado.

Poco podemos agregar a lo mucho que se ha escrito sobre la vida y la obra de Varela.

Vivió solamente 34 años en un período muy difícil de nuestra historia: época de desorden institucional, de luchas fratricidas, de fanatismos  y dictaduras.

Un país donde campeaba el analfabetismo, con escasísimas escuelas  sobre todo en el medio rural.

En 1855 había escrito el Doctor Palomeque en su informe sobre el estado de la educación en el campo: “Cuando se habla de educación en la campaña o se dice mentira o se inicia una farsa”.

A esta realidad fue a la que se enfrentó el Reformador.

De su formidable obra destacamos las cuatro ideas- fuerza que vertebran la Reforma que llevó adelante.

Universalidad. Recordemos sus palabras: “Educación es lo que nos falta, pero una educación para todos, sin distinción de clases, para iluminar la conciencia oscurecida del pueblo, una educación que nos permite formar al niño para ser hombre y al  hombre para ser ciudadano. Para instituir la República lo primero es formar los republicanos, para crear el gobierno del pueblo, lo primero es despertar y llamar a la vida activa al pueblo mismo para hacer que la opinión pública sea soberana, lo primero es formar la opinión pública y todas las grandes necesidades de la Democracia, todas las exigencias de la República, sólo tienen un medio posible de realización: educar, educar, siempre educar”.

Gratuidad y Obligatoriedad. Sostenía que para que la Educación llegue a todos y fortalezca la Democracia debe ser gratuita y obligatoria.

Escribía Varela: ““Los que una vez se han encontrado juntos en los bancos de una escuela, en la que eran iguales, a la que concurrían usando de un mismo derecho, se acostumbran fácilmente a considerarse iguales, a no reconocer más diferencias que las que resultan de las aptitudes y las virtudes  de cada uno: y así, la escuela gratuita es el más poderoso instrumento para la práctica de la igualdad democrática”.

Laicidad

Dado que el fin último de la Educación en la Democracia es respetar la personalidad del educando, Varela defendió la idea de que la enseñanza debía ser científica, reflexiva y razonada, dejando la formación religiosa a cargo de la familia y de las iglesias. De ahí surgía otro de los principios de la educación vareliana: la Laicidad.

La escuela laica tiene por  cimiento el respeto, respeto a todas las creencias y posiciones de cualquier orientación que sean.

Sobre estos cuatro pilares Varela impulsó una escuela que echó las bases de lo que sería la educación pública en nuestra patria, educación que debemos apoyar y hacer crecer.

Tomamos las palabras del Dr. Eduardo Acevedo para sintetizar  la misión que el Reformador reservaba a la escuela. Esta institución estaba pensada para que “ sirviera para poner en actividad los poderes mentales y físicos de los niños a fin de que éstos se acostumbren desde los primeros momentos a observar,  a razonar, a darse cuenta de todo lo que les rodea, a exponer con precisión las ideas en forma oral y en forma escrita, a tener ideales y a  tratar de realizar esos ideales, a ser maestros de sí mismos, a seguir sus inclinaciones y decisiones, a proceder con espontaneidad, a ser dueños de su voluntad, a ser libres

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