El aprendizaje por contagio

Fragmento tomado del libro La escuela rural de  Antonio Bustos Jiménez profesor de la  Universidad de Granada. Facultad de Ciencias de la Educación

 (Ediciones Mágina, S.L. diciembre de 2011)

Antonio Bustos Jiménez Granada…….Esta mezcla de edades en las clases de escuela rural proporciona al profesorado la dificultad  de atender simultáneamente al alumnado.

Nos detendremos más adelante en los efectos que esta singularidad  tiene sobre el profesorado, sobre todo en el colectivo docente novel a su llegada a centros  con multigraduación.

Pero, atendiendo al alumnado ¿existe alguna ventaja respecto al aprendizaje? En caso de haberla ¿resulta detectable y el profesorado que trabaja en estos grupos puede explotarla educativamente? Incluso, si es relevante, ¿podría  utilizarse en contextos escolares cuya organización tradicional es graduada? Utilizando el referente “delorsiano”, podríamos decir que “la multigraduación encierra un tesoro”.

La diversidad  cronológica del alumnado de cada grupo de escuela rural proporciona un contexto de aprendizaje único en comparación  con los grupos de otros ámbitos. Este escenario puede contribuir a potenciar el progreso académico del alumnado.

Ocurre que al haber  alumnado de diferentes edades se produce una bajada y subida  de conocimiento constante en el discurrir de la actividad escolar. Es decir, el alumnado tiene contacto con contenidos de niveles curriculares inferiores  y superiores a su grupo de referencia  de forma continuada. Esto desencadena un aprendizaje contagiado, por impregnación mutua.

El alumnado de menor edad, a través de las explicaciones del docente o demostraciones al de mayor edad, está familiarizándose con conocimientos que abordará en cursos escolares venideros. Anticipadamente se está familiarizando con ellos y cuando llegue el momento de afianzarlos sistemáticamente no le serán ajenos. Es un aprendizaje que se da por un contagio inevitable  y permanente, incluso suponiendo la pasividad del alumnado como testigo en el transcurso  de la tarea escolar.

Se trata de un proceso que recuerda al dicho popular  de “aprender en cabeza ajena”; el alumnado de menor edad  recibe indirectamente conocimiento  sobre lo que le ocurre a compañeros  de pupitre mayores, aprende  de lo que acontece a sus “vecinos” de clase. Pero  también se produce el proceso a la inversa. El alumnado de mayor  edad  está consolidando constantemente  sus antiguos conocimientos  a través de lo que escucha y observa del alumnado de menor edad, ya que repasa  de este modo contenidos tratados  en años precedentes. Logra un recuerdo periódico de conocimientos desarrollados anteriormente.

Es frecuente observar en el transcurso de la enseñanza en grupos de escuela rural cómo en actividades centradas en un grado, mientras que el alumnado menor está trabajando autonomamente, todos se acaban integrando en la resolución de las dudas y consultas que realiza el docente. Ello lleva al enriquecimiento alterno, a una continua fuente intercambiable para el conocimiento.

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Si esta fluctuación permanente de niveles de competencia curricular es rentabilizada por el profesorado, no cabe duda de que el camino recorrido por el alumnado para próximos cursos escolares es de un valor incalculable. En el transcurso de las entrevistas realizadas al profesorado se encuentran numerosas alusiones a esta cuestión.

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Uno  de los riesgos que hacen peligrar esta ventaja característica de grupos multigrado es la reproducción del modelo parcelado que genera la graduación en el aula. Nos referimos a la separación por grados del núcleo multigrado en el discurrir de las tareas escolares.

Es como realizar compartimentos estancos en un escenario en el que la mayor virtud es la mixtura. El grupo multigrado es como un mosaico al que le da significado la visión de conjunto. En el momento en que se separa y aísla alguna de sus partes, se desvirtúan sus potenciales. No sólo  los relacionados con la adquisición de competencias básicas, sino la mayor madurez social por el mayor contacto y mejores entramados interrelacionales que favorecen la multigraduación.

Reproducir el modelo graduado en este contexto supone la negativa incorporación de lo que no queda más remedio que hacer en centros grandes para agrupar al alumnado. En el capítulo dedicado a la enseñanza en la escuela rural veremos cómo es una inercia inicial del profesorado que comienza su andadura en el ejercicio docente de estos grupos y cómo, lejos de asegurar mayor estabilidad u organización del trabajo, acaba tensionando al docente por atender simultáneamente planteamientos no globalizados.

En la actualidad se está asistiendo a una mayor dotación de  profesorado en los centros. Las plantillas han aumentado espectacularmente en muchos de ellos. En algunos casos, se han llegado a duplicar en un espacio reducido de tiempo, por lo que es frecuente que coincidan simultáneamente varios docentes en el mismo grupo, principalmente el que tiene la responsabilidad tutorial y otro de apoyo. Así, es también importante que el potencial de la multigraduación no se diluya en un modelo de enseñanza graduado. Es frecuente que se produzca una división del trabajo en cuanto a la atención a los grados. “Yo  me encargo de  6º y tú te encargas  de  5º”, podría ser uno de los comentarios habituales al comenzar el período lectivo en el que se encuentren dos docentes. Este hecho desencadena una ausencia de contactos integrados en el trabajo para determinadas áreas que implica una limitación de las posibilidades que ofrece la “mezcla cronológica” (Bustos, 2009)

Si al aprendizaje contagiado unimos que la baja ratio (1)  existente en estos grupos permite al profesorado abordar  la individualización con mayor disposición de tiempo y eficacia que en el resto de grupos graduados, se favorece una mayor atención al alumnado.

De este modo se facilita con mayor profundidad el desarrollo de sus capacidades. Como decimos, la ratio de grupos multigrado es baja. Así pues, aprendizaje contagiado y ratio reducida, uno consecuencia y la otra condicionante, son dos elementos presentes en las aulas rurales que lejos de perjudicar al alumnado pueden causar efectos beneficiosos.

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(1) 10,6 en Andalucía según datos de  2005 de la Consejería de Educación, frente a los 21,6 de media en los centros en los que se imparte Educación Primaria en toda la Comunidad.

 

 

 

 

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