SAT EDUCA. Primera parte

 La experiencia con los educadores chilenos

Apreciaciones de Crista Weis, Especialista en Evaluación de Procesos Educativos de la Universidad de Cochabamba, Bolivia acerca de los comentarios de Educadores en la evaluación de un SAT II en Chile.

Extraído de:

Cambiar La Educación Para Cambiar El Mundo

Claudio Naranjo

Los testimonios ofrecidos por los educadores que han participado del SAT, son sumamente ricos y emotivos; intentaremos resaltar algunas ideas importantes que aparecen en ellos, útiles para reflexionar sobre la importancia y el impacto de este programa en la transformación de la educación.

Se parte de la idea de que los cambios en el campo educativo son lentos y sutiles y su fuerza radica fundamentalmente en la posibilidad de tocar estructuras afectivas y cognitivas de los educandos. El proceso educativo es un proceso eminentemente humano, de contacto e intercambio de significados, de saberes, de energías que no aparecen descritas como tales en las propuestas curriculares oficiales o formales, ni en los objetivos explícitos de los profesores, pero que, ocurren en la realidad y muchas veces cobran, en el proceso de formación del educando, una fuerza superior a la del currículo explicito. Por ello, el principal impacto rescatable, tiene que ver con una sustancial mejoría de la calidad humana del cuerpo docente y del tipo de relaciones que cada uno de ellos comienza a establecer con sus estudiantes. Se trata de un proceso lento y sutil de humanización de la educación, que no es otra cosa que devolverle al sistema educativo su sentido, que más que instruir, es propiciar un espacio de crecimiento.

De acuerdo a la información proporcionada por los educadores, el SAT ha tenido en la totalidad de docentes un fuerte impacto personal y todos ellos ven en este proceso un aporte importante a su práctica educativa.

Trataremos primero de resumir estas ideas y luego hacer un breve análisis de los temas centrales que tocan el ámbito de la discusión educativa actual. Ambos elementos-el personal y el de la práctica educativa- aparecen entremezclados en los testimonios, sin embargo; los miraremos con un ojo puesto en el significado que ello tiene en lo educativo.

El SAT le permite a los docentes recorrer nuevos territorios, aceptar la diferencia, ubicarse desde el amor, desde un lugar de aceptación de si mismo y del otro. Los elementos sustanciales son un sentimiento de completitud, de totalidad, el trabajo con lo humano y los valores, lo que deriva en una mejoría significativa en la salud emocional.

Muchos educadores rescataron el factor humano, considerándolo como un aspecto clave. Se resalta que lo humano es central en todos los ámbitos y debe considerarse en todo tipo de decisiones económicas y políticas por el bien de la sociedad en su conjunto, de ello trata tener una mirada con énfasis en lo humano, cobrando una importancia aun mayor en el caso de la educación. Sin embargo, la educación, según la percepción de algunos educadores, ha sido un permanente sinsentido, pues los cambios se han orientado mas bien a aspectos técnicos, es así que los cambios que no tocan el tema personal e interpersonal no producen mejoras en el rendimiento, simplemente cambian la forma. Se reconoce que, hay una exigencia general de rendimiento que agudiza la competitividad en el sistema escolar que conduce a la deshumanización de la educación. Los cambios técnicos no llegan a fondo. Esto es percibido como «sobreponer cosas que se diluyen en el sinsentido general de la lógica actual del sistema educativo», por lo que se plantea que hay que recuperar la capacidad humanizadora de la educación. Se trata de la búsqueda de la restitución del encuentro humano; al mostrarse el discurso no muestra lo oculto, el currículo declarativo oculta, no muestra, esconde lo fundamental del proceso educativo, del sentido que tiene educar. este sentido se ve genuinamente expresado, para una de las educadoras, en la mirada de los niños.

Muchos educadores coinciden en que la escuela debería ser un espacio calido de acogida, donde no se intente que los niños dejen de ser lo que son, para que sean otra cosa. A este respecto, aparecen ideas que tienen que ver con la aceptación del otro, con la búsqueda de autenticidad, que implica aceptar nuestras facetas oscuras y brillantes. Esto se resume en expresiones que nos llama a ver en el otro lo bello y lo feo, tanto en nosotros (educadores) como en nuestros alumnos, conectarse desde ahí, desde ese lugar con los estudiantes. Significa ponerle peso a lo humano, encontrar el sentido del amor y la ternura. Subirle el perfil al encuentro con el otro. Encontrar un equilibrio entre una racionalidad cognitivo instrumental, tradicionalmente favorecida en el sistema educativo con una racionalidad humanizadora, olvidad por este, que permita a los sujetos conocerse mas a si mismos. Esto, por supuesto, pasa por aceptar la necesidad de un cambio de los propósitos y prioridades de la actividad educadora.

Se afirma que normalmente enfrentamos a los alumnos sin verlos y se reconoce como un aporte, que luego del trabajo en el SAT es posible aproximarse desde otro lugar mas humano y sacar las virtudes de los estudiantes desde lo autentico.

La vivencia de los valores, la humanización tiene que ver con el considerar los sentimientos, un cambio desde lo personal, que considera al ser humano que hay en cada estudiante, desde la experiencia. En el SAT se aprende a vivenciar como se vivencian los valores, sin esta vivencia no se pueden enseñar valores, eso es un aprendizaje del SAT.

Se trata de conocer y aceptar que en el proceso educativo intervienen seres humanos con un conjunto de facetas, que no todo es unitario ni todo es razón; desde esa reflexión, se plantea que se debe trabajar desde lo afectivo, y que es igualmente fundamental contactarse con lo corporal y lo espiritual. El hecho de que los docentes comiencen a reconocer estos aspectos desde un lugar de la vivencia es de fundamental importancia para un cambio de perspectiva.

Se dice, entonces, que la educación debe basarse en una relación de amor, que la escuela debe ser una escuela de «ser».

Los docentes aluden también a un cambio de mentalidad.

El aprendizaje se da desde la vivencia, debe darse desde la alegría de vivir, desde un cambio de mentalidad, del lugar en el que nos colocamos en la relación educativa, que mejora la calidad de vida en la relación pedagógica.

Se cuestiona asimismo, la normalización en la que se sustenta la educación tradicional y la conducción hacia una perdida progresiva de la autenticidad. En vez de permitir el desarrollo de las potencialidades y de la autenticidad individual, lo propio a cada sujeto, se tiende a la normalización con un patrón de comportamiento que esconde y conduce a la inautenticidad. En vez de permitir el desarrollo de las potencialidades y de la autenticidad individual, lo propio a cada sujeto, se tiende a la normalización con un patrón de comportamiento que esconde y conduce a la inautenticidad. Los roles docentes son figuras ego-típicas, estructuradas para esconder la verdadera persona detrás del rol del docente y del rol del estudiante. Por eso conducen a la inautenticidad.

Los profesores deben salir del encasillamiento del rol, mostrarse también desde la autenticidad, mostrar sus sentimientos. Se trata de contactar a los alumnos como personas, como seres individuales, con su sensibilidad.

Este cambio de actitud -a percepción de algunos participantes- podría producir un proceso de desinhibición en el aula y un proceso educativo con mayor espontaneidad, mas conciencia de la propia existencia, mas presencia real en el aula, pero desde lo humano.

Se trata de educar para el espíritu, lograr un reencuentro con la fe, con lo lúdico, recobrar la alegría en el hacer. Acercarse a los sentimientos verdaderos, tanto la alegría como el dolor, que son constitutivos del proceso de formarse y de aprender.

Este seria el único modo de generar un cambio real y profundo. Educar desde la tri-cerebración, sin intervención directiva, si no desde el acompañamiento sutil, siendo incitador de la creatividad interna. La no directividad y una defensa de la ingenuidad constituyen, para algunos de los participantes, aspectos esenciales de este cambio de enfoque.

Tradicionalmente se ha dado mucho peso a lo intelectual, no se debe seguir educando desde las ideas, se sugiere introducir el juego que es en si liberador; pero esto significa aprender a jugar con uno mismo y con los estudiantes. Los profesores tienen que enseñar y aprender, no solo enseñar, por lo que tienen que aprender a aprender. Esto restablece un contacto con la ternura, que se contrapone a la idea de disciplinamiento vertical que hemos aprendido en la escuela. Es necesario recuperar el calor y la ternura.

Varios participantes hacen referencia a al autoestima y la valoración de si y de los otro, el tema del otro, el que no soy yo, pero al mismo tiempo me refleja. Entender la educación como algo vivencial de reencuentro con uno mismo desde la multidimensionalidad y la complejidad, desde nuestras diferentes facetas. El aprendizaje, se entiende así, como un proceso que no es individual.

En la experiencia del SAT se ve un sentido del aprendizaje grupal y colectivo siempre en relación con el otro, la verdadera educación del ser humano, es relacional. El crecimiento personal tiene que ver de igual manera, con el ubicarse en el cuerpo y con las diferentes emociones, encontrando equilibrio entre la tristeza y la alegría, aprender la compasión con uno mismo y con los otros. esto también nos enseña a colocarnos en el lugar del alumno y revisar nuestra propia vocación.

En algún testimonio se indica que la educación tradicional nos genera resentimiento, nos educamos en una relación de resentimiento con nuestros profesores , incluso los que educan a los profesores reproducen esta relación carente de afectividad, marcada mas bien por el ejercicio vertical del poder, a través de la violencia en sus diferentes formas. Hay en los profesores una conciencia de rabia y hay agobio, tanto por parte de los educadores como de los educandos. Por eso es necesario encontrar un nuevo sentido de la palabra amor, «no desde esa visión tan manoseada en lo educativo», sino desde un sentido de amor interno y verdadero, hay que educar desde ese amor, que tiene que ver con estar con uno mismo y amarse a si mismo. «Transmitir ese amor de estómago».

Y eso tiene que ver con aprender a honrar la vida.

No son estos aprendizajes poco significativos para los educadores, por lo que algunos perciben la propuesta como una revelación, no como una teoría, se trata de otro paradigma de comprensión de uno mismo. En esta misma línea se indica que el centro del tema educacional tiene que ver con estos cambios relativos a los sujetos mismos de la educación, y con todos los cambios que les ha pasado a los profesores durante el SAT. Sobre este punto es interesante resaltar la idea de que los cambios en la educación tienen que ver con que al alumno le pasen cosas en al escuela, para que se de un proceso de aprendizaje significativo, sustancial y de fondo, al sujeto deben pasarle cosas, es decir deben tocarlo, traspasarlo y formar parte de si, a través de la vivencia. Un profesor que no ha tenido esta vivencia difícilmente pueda generarla en sus propios estudiantes.

Bien, ahora yendo un poco más allá de lo recogido de los testimonios, podemos identificar claramente aspectos centrales de la discusión educativa que han sido tocados y sobre ellos es posible recoger una serie de ideas para la reflexión (de) las prácticas educativas. Sobre ello y desde lo encontrado en la información, me permito hacer algunas reflexiones. Los temas que salen a la luz son: Educar en el Amor, Relaciones interpersonales y educación, Sentido de la practica educativa, La humanización y la educación en valores, Abordaje holístico de la educación, Sentido del ejercicio docente, Evaluación, La libertad y lo lúdico, La formación del docente.

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