José Artigas

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Las ideas, la obra, la grandeza, la dignidad inquebrantable, el ejemplo que nos legó Artigas, nos acompañan día a día. Viven en nosotros.
Hoy, 19 de junio, le rendimos homenaje con un fragmento de la evocación que escribiera el poeta Líber Falco.

Madurado en días y noches,
alimentado por un oculto designio de la tierra,
lentamente, como todo lo que permanece,
un hombre creció hasta su pueblo,
y bajo el cielo pudo meditar a solas…
—Yo he andado entre la noche escuchando el sonido de los vientos,
conozco los lugares más secretos, y el más secreto corazón del hombre.
Yo espero y sufro como un hombre.
Sufrido soy como esta raza mía y como ella, a veces, soy alegre.
Porque amo a mis hermanos, sufro alegre. Porque les amo, espero.
Sobre la tierra espero.

1811

¡Oh! mineral yacente.
¡Oh! fuerza milenaria de la tierra,
brasa encendida ahora,
y tea levantada en los hombros de una idea.
Ensoñada en días y noches.
Vivificada en el resplandor de los fogones,
cuidada, alentada como un fuego familiar y fuerte,
un héroe la levanta hasta los corazones.
Rumbo a la Junta

Galopa Artigas.
Atraviesa ríos, esteros, galopa por la pampa.
Ahí va.
Mirad cómo la tierra misma de América
alza un brote suyo hacia los vientos.
Mirad cómo los verdes bosques
alzan su torso verde.
tocados por el amor del hombre
se levantan y andan junto a un hombre.
La guerra

Desde este lado del río
los hombres salen al campo.
Por entre riscos y montes
los hombres salen al campo.
Hay alguien que les convoca
hay mil gritos y una boca.
Se incendia el campo, se incendia
Rojo ya de un largo estío.
Sobre bestias, anhelantes,
van los oscuros gigantes
cruzan llanos y quebradas
machacan los macachines;
las margaritas del campo
mueren de asombro y tristeza.
Dulces flores.
Patria dulce.
Dulces hombres.
Jinetes, gigantes dulces
brotan fieros de la tierra.
Gloria y tristeza
Ya más allá de Las Piedras,
Montevideo aparece.
Triste patria prisionera
bajo su propia bandera.
De este lado están sus hijos,
de aquel la rodea un río
de ácida y alba espuma;
de sosegada grandeza.
En el medio, el enemigo.
Artigas espera y sufre.
Artigas espera y sueña.
Mas el camino recorrido antes
un hombre lentamente de vuelta lo camina.
Junto a su pueblo, de vuelta,
tristemente lo camina un héroe.
¡Oh! lentos, persistentes y lentos carretones,
Carruajes lentos, en lenta caravana, hacia el exilio.
¡Oh! duros jinetes dulces.
Tristemente de vuelta hacia la historia.
Y en las noches, bajo las estrellas,
escoltados por el triste canto de los grillos,
impuestos de la majestad del cielo,
silenciosos, en el hondo silencio de los campos
ellos marchaban.
En los amaneceres cuando todo despierta
y se alza gozosamente en el día,
cuando todo es inocente y puro y se levanta,
ellos marchaban, Artigas marchaba.

1813

Pero de vuelta de otra vuelta hacia la gloria
ellos volvían; Artigas volvía.
Y un grito de monte en monte
de pueblo en pueblo un grito se levanta.
Un eco de monte en monte,
de pueblo en pueblo un eco
se adhiere a los hondones de la tierra.

1814-1815

¡Oh! dura, dolida tierra
dulcemente ceñida por los ríos.
¡Oh! selvas silenciosas.
Campo abierto y abras y colinas
donde un héroe medita su destino
¡Oh! tierra nuestra.
¡Tan querida, defendida tanto!
Mientras otros te olvidan, él no olvida.
Y a solas, con su América a solas,
un héroe medita, hondamente medita tu destino.
Y luego se levanta,
otra vez se levanta
y por los campos, celeste, blanca y roja
como un lampo, en lejanas fronteras,
alzada por Artigas,
celeste y blanca y roja
flamea, libertaria, una bandera.

1816

¡Oh, tierra-América!
¡Oh, pueblo!
Hondos, silenciosos hombres que la pueblan,
¡Oh! tierra poblada de silencios.
Levantado en la áspera violencia de los cerros,
dulcificado en la melancólica mirada de sus ganaderías.
El Uruguay os llama, pueblos,
os llama Artigas, pueblo,
para golpear las sombras y poblar la tierra.

Pero del Este avanzan
del Norte avanzan
las sombras avanzan.
Artigas golpea mas ellas le golpean.
Y cae y se levanta
y cae y galopa golpeando con su furia angélica.
Pero las sombras invaden a la tierra.
Y claro, viril, valiente como un ángel claro
Artigas cae y se levanta y cae.

¡Oh, triste recodo de la historia,
designio traicionero de los hombres!
La expatriación

¿Quién cruza el río?
¿Quién lo cruza triste?
¿Quién, callado, quién?
Triste, ¿quién?
Lo cruzaba Artigas,
hacia su exilio va, iba,
buscaba el centro.
El corazón de su América buscaba.
…………………………………………………

Y en el silencio oscuro de la selva
a solas, con su América a solas,
meditabundo y hondo y fuerte
como un sabio o un guerrero,
¡a solas con su muerte,
la luz más clara se posó en su frente!

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